Saturday, February 25, 2012

Competitivos con y sin China

La versión miope y simplona de la gestión macroeconómica sugiere que basta ponerle velitas al buen viento que viene de China y basar nuestro crecimiento de la próxima década en ese factor. Claro, si China siguiera creciendo a tasas por encima de 5 por ciento, países como el Perú verán como el ingreso por habitante sigue una marcha frenética. Esto genera un riesgo de complacencia. ¿Para qué hacer algo más si así nos va estupendo? Sin embargo, son cada vez más las voces que advierten sobre la posibilidad de que China pronto encuentre que su modelo es insostenible y se vea forzado a aceptar un ajuste drástico que implicará una reducción abrupta en su crecimiento, y por consiguiente en el nuestro. ¿Qué hacer? Mejor dicho, qué hacer hoy para cuando eso suceda, pues esto eventualmente sucederá. Una primera forma de enfrentar este riesgo es mostrar la necesidad de empujar el carro de la competitividad. El MEF acaba de anunciar su nueva agenda en la materia, y en ella se establece con claridad siete pilares y se detallan, con responsables y plazos, 60 metas para hacer más competitiva la economía peruana. En esta visión se opta por mejorar el piso común para los empresarios. Si cumplimos las 60 metas, tendremos mejor infraestructura, será más fácil constituir una empresa, estaremos mejor integrados al mundo, etc. El problema con este enfoque es que sin duda estamos de acuerdo en los siete pilares, pero no es tan claro que las 60 metas tengan un retorno tan importante en el camino de ser más competitivos. No es que estas 60 acciones estén mal orientadas. Sin duda la economía andaría mejor si se alcanzaran al menos parcialmente dichas metas. Mi duda es si será suficiente esfuerzo si China deja de ser nuestro motor de crecimiento. Una manera diferente de plantear el problema es si sabemos hacia donde deberíamos ir como economía si China se detiene en seco. Cuando uno mira al mundo, observa que la flexibilidad de la economía norteamericana le permite a diferencia de la europea empezar a salir de la crisis. ¿Queremos saber el camino o estar seguros que tenemos los músculos para caminar a donde corresponda? Mientras discutimos vamos cumpliendo con la agenda planteada por el MEF, ¿no? Publicado en El Comercio, Febrero 24, 2012

Thursday, February 23, 2012

Obstáculos a la bancarización

El crédito (en todas sus modalidades) es una de las variables que ha crecido más en los últimos años. El ritmo ha sido tan alto que muchos sugieren que estamos en una burbuja inmobiliaria impulsada por financiamiento excesivo. Lo cierto es que en buena medida nos estamos recuperando de un largo período de poco crédito formal y por lo tanto hay mucho espacio para seguir creciendo. Sin embargo, este camino no ha estado libre de obstáculos. En realidad tanto del lado de la demanda como de la oferta hay muchas razones por las cuales dar (y tomar) crédito se hace difícil. Y si ahora está de moda hablar de inclusión, uno de esos espacios donde falta mucha inclusión es en la parte financiera. Empecemos por los factores de demanda que limitan el acceso a servicios financieros. Lo primero es que la gente en Perú tiene –en promedio- ingresos bajos y volátiles. Esto reduce el respaldo más importante para ser sujetos de crédito. Dar un crédito chico es caro respecto a un crédito grande. Si los ingresos son bajos, no sólo el riego de no pago es mayor sino que la operación es más costosa. Si hoy tengo un trabajo y mañana no, soy un sujeto de crédito más riesgoso. Por eso aún vemos tasas de interés que parecen altas. Lo segundo es que estos productos financieros no son fáciles de entender por la mayoría y eso hace que muchos prefieran no pisar este mercado. La mayoría no entiende como calculan las tasas, no sabe cuáles son las comisiones que si pueden cobrar, y no puede evaluar si lo que le conviene es un préstamo a 6 meses o a un año. Del lado de la oferta también hay piedras en el camino de la inclusión financiera. Lo más importante es que el futuro deudor no sabe cómo informarle de manera creíble a su potencial acreedor que es un buen cliente. Lo segundo es el balance de poder entre acreedor y deudor. Si el acreedor puede cobrarse cualquier deuda de manera muy fácil entonces no interesa el primer obstáculo y descuidará la evaluación de sus clientes porque siempre podrá cobrar sus deudas. Si el balance está del lado del deudor, entonces los acreedores sólo querrán protegerse y prestarán poco y caro. Por eso se necesita un buen balance y un Poder Judicial u otras instituciones (por ejemplo, la Defensoría del Cliente Financiero) para resolver potenciales conflictos de manera justa, clara y rápida. Hace unas semanas, Indecopi resolvió permitir que se compensen deudas y eso ayuda a ofrecer un mejor colateral, sobre todo para aquellos clientes chicos que tienen pocas cosas que ofrecer como colateral. Esta medida fortalece el proceso de inclusión financiera. El Perú tiene un ratio de crédito sobre PBI de 32 por ciento y debería estar en 40 por ciento. Estamos avanzando, pero miremos el tamaño y el costo del mercado informal de crédito para saber cuánto falta aún. Publicado en Economía sin Anestesia, Febrero, 2012